Robles, coigües, lengas, alerces, araucarias, quillayes, boldos y un largo listado de especies nativas han ido reduciendo drásticamente su presencia en el territorio chileno, junto con los ecosistemas que las albergan. A pesar de la promulgación de la Ley de bosque nativo en el 2008 -después de 17 años de tramitación- estos recursos siguen desapareciendo. “Pareciera ser que la destrucción del bosque es parte del camino a su valoración, despertando la sensibilidad que motiva la búsqueda de mecanismos para que su uso armonice con su conservación”, reflexiona Pablo Cruz Johnson, autor del libro “Principios de ordenación forestal para Chile”.
La meta de producir madera y conservar los bosques fue lo que impulsó la ordenación forestal en el Viejo Continente. “Europa en el 2014 tenía el 90% de sus bosques bajo algún instrumento de ordenación forestal y algunos de sus países han sido líderes mundiales en exportación de madera y sus derivados”, recalca el autor. “Actualmente los europeos cuentan con diversos mecanismos de conservación que les permiten a los ciudadanos aprovechar valores ambientales, sociales, culinarios y otros que otorga el bosque, a la vez que abastecer a la industria de la madera”, señala en el libro.
Ingeniero forestal de la Universidad de Chile, con doctorado de la Universidad de Castilla la Mancha, Pablo Cruz se ha especializado en ordenación forestal, disciplina que permitió recuperar los bosques europeos, después de vivir un proceso de destrucción similar al chileno -según afirma-, hasta llegar a la inexistencia de madera para necesidades industriales en el siglo XVIII.
El libro está dirigido principalmente a profesionales y estudiantes del área de recursos naturales, pero pretende también generar discusión sobre el uso sustentable del bosque nativo, dando argumentación técnica a tomadores de decisiones y a la comunidad, de cara al proceso constituyente.
Al respecto, Sandro Bruzzone, director de CONAF región de Valparaíso, reflexiona: “Los conceptos y métodos de ordenación que estudiamos quienes nos iniciamos en las ciencias forestales a fines de la década de los ‘70s, se correspondían con el método de ordenación clásico europeo de cabida o tranzones, tan útil a plantaciones forestales (coetáneos) y a bosques de intolerantes. Sin embargo, el bosque nativo presenta una variada gama de posibilidades de desarrollo y crecimiento, combinada con la estructura, composición y densidad, estado de conservación o de degradación, según su ubicación geográfica y su historia de uso, o mal uso, por lo que los ‘Principios de Ordenación Forestal’ que nos presenta el autor, y como indica, para Chile, nos entregan eficientes herramientas para enfrentar el manejo de nuestros complejos bosques, con una planificación de rendimiento sostenido”.
“De todas formas, no puedo dejar de señalar que es un imperativo para el Estado actualizar el régimen legal, con un marco jurídico más amplio y moderno, y poner la normativa al servicio de la silvicultura y que esta contenga los principios de ordenación, sin descuidar aspectos sociales, económicos y ambientales”, enfatiza Bruzzone.
Por su parte, Pablo Honeyman, académico experto en restauración de ecosistemas, comenta que “este libro llega a nosotros en un momento muy oportuno, considerando que el sector forestal enfrenta importantes y complejos desafíos en su rol clave para lograr la carbono neutralidad al año 2050 y para encaminarnos como país al desarrollo sustentable”.
La oportunidad de la conservación
“Conceptualmente, el bosque chileno es propiedad común, es bien común y a la vez es propiedad privada, y las consecuencias de esta trinidad siempre se pasan por alto en el debate”, sostiene Pablo Cruz.
Según el autor, su cuidado tiene un costo alto y, dado los beneficios sociales que produce, a sus dueños no les parece justo asumir privadamente la cuenta. “Pero en la sociedad, la extracción de madera del bosque es sinónimo de daño ambiental, y parece cierto en la mayoría de los casos. El Estado, garante de la propiedad privada, y eternamente presionado por necesidades sociales urgentes, en las que no está defender los beneficios ambientales, queda en una posición incómoda en que lo mejor es no hacer mucho, con fe en el dicho ‘lo que no tiene solución, se soluciona solo’. Como resultado, el bosque se abandona”, sostiene.
Surge entonces una opción. “Si el bosque pudiera manejarse y conservarse, pero verdadera y sinceramente, entonces los costos de su mantenimiento, actualmente huérfanos, se transformarían en operacionales, se pagarían, y habría un saldo positivo para el privado. Esa es la motivación de escribir este libro”, indica Pablo Cruz, enfatizando que “difundir un manejo sustentable que dé confianza, permitirá transformar esa trinidad en una oportunidad país. Se suma a ello, la oportunidad de tener una constitución por escribir, donde no cabe duda que el bosque aportará el papel a muchas páginas, literalmente”, finaliza el experto en ordenación forestal.
Casos de ordenación forestal en Chile
El método que se presenta en este libro ya ha sido usado como planificación en bosques en Valdivia, el Maule, Curacaví y Casablanca, siendo acogido entusiastamente por propietarios que han aprendido a ver el bosque como fuente de ingresos y como ambientes de valor nacional.
“En estas tierras, lo más valioso es el bosque. Como ya sabemos qué se puede hacer y cómo, lo ideal es que todos lo hagan, pero para eso topas en los recursos, y eso no lo podemos resolver los dueños de la tierra”, dice Jaime Riesco, propietario de bosques en Casablanca, quien lleva cuatro años aplicando en su campo los modelos que enseña el libro, lo que le ha permitido hacer frente a la sequía que afecta esa zona.
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