Historias DiarioSur
Por Pablo Santiesteban , 14 de enero de 2021

Pudeto y Bellavista, las batallas que liberaron a Chiloé de España

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El director supremo Ramón Freire en persona estuvo al mando de la invasión y liberación de Chiloé de las manos realistas en 1826.
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[#HistoriasDiarioSur] La isla fue el último territorio de Chile en ser liberado de los realistas. Una hazaña que tuvo héroes como Freire, Blanco Encalada, Beauchef y Quintanilla.

La isla grande de Chiloé fue el último bastión en poder de los realistas en el contexto de la Guerra de la Independencia. Si bien en la historia de Chile se consigna a la Batalla de Maipú de 1818 como el fin de la guerra independentista, también se puede decir que el territorio chileno se vio libre de la corona española sólo cuando los realistas fueron expulsados de Chiloé en enero de 1826.

Chiloé era el principal bastión y punto de apoyo de las fuerzas realistas en Chile, al igual que Valdivia, y estas fuerzas eran el grueso de los ejércitos que España enviaba al centro del país para reconquistarlo. Se cree que sólo el 10% de las fuerzas realistas tenía a españoles en sus filas y el resto eran chilotes y valdivianos.

Los castillos de Corral y Valdivia fueron conquistados el 3 y 4 de febrero de 1820 por Lord Thomas Cochrane que guió a una fuerza patriota de 300 soldados contra un ejército de 1.500 hombres, pero desunidos y en conflicto con sus superiores. Cochrane quiso aprovechar el impulso y junto a la “Moctezuma” y la “Dolores” y 60 infantes decidió conquistar Chiloé el 18 de febrero, pero su intento fracasó al atacar el fuerte Agüi. Al mando estaba el gobernador realista Antonio Quintanilla, un militar competente y de mucho carácter.

La República de Chile no volvió a atacar la isla hasta 1824 con la primera expedición de Ramón Freire, acompañado por Jorge Beauchef. El enfrentamiento entre chilenos y realistas ocurrió el 1 de abril de 1824 en la Batalla de Mocopulli, pero aunque los patriotas lograron que los realistas dejaran el campo de batalla tenían muchos heridos y finalmente desistieron de atacar el fuerte de Ancud y abandonaron la isla. La revancha llegó dos años después.

INVASIÓN PATRIOTA

Chiloé se había convertido en un hueso duro de roer para los patriotas, pero eso cambiaría con una nueva invasión de Ramón Freire y dos batallas fundamentales, la Batalla de Pudeto el 13 de enero de 1826 y la Batalla de Bellavista ocurrida al día siguiente.

En la segunda expedición, las tropas de Ramón Freire conquistaron los fuertes de Corona y Balcacura, dejando aislado el castillo de San Miguel de Agüi. El objetivo era capturar la ciudad de San Carlos de Ancud que era defendida por el hábil gobernador Quintanilla.

Cuando Freire y los suyos avanzaban hacia Ancud se encontraron con una defensa formidable de Quintanilla en Poquillihue. Los realistas habían cavado trincheras, tenían tiradores escogidos camuflados entre los bosques y seis lanchas cañoneras. Los patriotas intentaron hacer un rodeo, pero no pudieron, entonces entró en acción el vicealmirante Manuel Blanco Encalada que se propuso capturar esas lanchas cañoneras desde el río Pudeto.

PUDETO

El día 13 de enero de 1826, por la tarde, Blanco Encalada entró con la fragata O’Higgins y con un grupo de soldados dirigidos por el capitán Guillermo Bell empezó a abordar las lanchas, mientras soportaba fuego de metralla desde las baterías de Poquillihue, Muelle y Campo Santo.

Las memorias del coronel Jorge Beauchef, que también acompañaba a Freire en la invasión, relatan así el hecho: “De repente oímos una viva descarga de fusilería, cañonazos, gritos de viva el rei, otros más lejanos de viva la patria, i toda la bulla de un combate nocturno: al momento todo el ejército estuvo en pié con la vista clavada sobre los fuegos, pero no se divisaba nada. Después de tres cuartos de hora de combate no se oía nada ya, y se pronosticaba mal del resultado de la empresa, cuando al amanecer vimos a todas las embarcaciones que volvían a los buques conduciendo con ellos tres de las lanchas cañoneras”.

Quintanilla al ver que había perdido fuerza desde el mar, ordenó varar las tres lanchas cañoneras que le quedaban y decidió concentrar su fuerza en tierra. Los patriotas ya podían atacar por mar al fuerte de Poquillihue y eso daría paso a la segunda batalla.

BELLAVISTA

El 14 de enero de 1826, Ramón Freire y Blanco Encalada movieron sus tropas y atacaron por la espalda del enemigo usando las mismas lanchas capturadas a los realistas en Pudeto y así lograron desbaratar la defensa en el fuerte. Se produjo así un combate en los cerros de Bellavista y fue tan fuerte el ataque patriota que los realistas tuvieron cerca de 290 bajas, mientras que ellos sólo 92 muertos. Según el historiador Diego Barros Arana, los realistas fueron duramente castigados por el fuego de las compañías de cazadores que estaban bajo el mando del coronel Nicolás Maruri y allí mismo fueron atacadas por la columna de granaderos al mando del sargento mayor Guillermo Tupper. La resistencia se hizo imposible y el general Quintanilla, viendo que la batalla estaba perdida, a las siete de la tarde dispuso la retirada de sus hombres hacia Castro. Tupper dirigió la persecución por más de dos leguas, logrando hacer cincuenta prisioneros.

Barros Arana añade que el ejército patriota entró triunfante a Ancud en la tarde de ese 14 de enero. El capitán de artillería Arengren con una compañía del batallón Nº 8 penetró en la población y tomó posesión de ella, la cual se hallaba casi desierta, debido a que su población masculina había sido enrolada en las tropas realistas, mientras que las mujeres, los niños y los ancianos la habían abandonado en los días anteriores.

TRATADO DE TANTAUCO

El general Quintanilla al ya no poder resistir más ante la falta de materiales y el descontento de la tropa, firmó el 18 de enero de 1826 el Tratado de Tantauco, tras un previo acuerdo de rendición. 

El tratado se firmó en el puente de San Antonio, ubicado en el río del mismo nombre, entre la localidad de Tantauco y Ancud. Por el ejército real fueron comisionados para tal efecto los señores Saturnino García y Antonio Pérez, mientras que por parte del ejército patriota participó el coronel José Francisco Gana y el abogado y teólogo, Pedro Palazuelos Astaburuaga. Fue ratificado al día siguiente en el cuartel general de San Carlos de Ancud por el general Ramón Freire, director supremo de Chile, y comandante general de la invasión a Chiloé. 

El tratado contenía 13 artículos y establecía, entre otros puntos, que los habitantes del archipiélago pasarían a ser chilenos con los derechos y obligaciones que ello implicaba, que serían respetados todos sus bienes y propiedades, y que debían entregar al ejército chileno sus armas municiones y distintivos.

El 8 de febrero se mandó jurar la independencia en todos los partidos del archipiélago de Chiloé. Así acabó la presencia realista en Chile y Chiloé pasó a ser parte de la naciente República.

PROTAGONISTAS

El gobernador Antonio de Quintanilla regresó a España y fue catalogado de “ayacucho”, mote despectivo que el ejército español le daba a sus oficiales derrotados en las guerras de la independencia de América. Falleció el 27 de diciembre de 1863 en Almería.

El vicealmirante Manuel Blanco Encalada fue el primer chileno en ser nombrado como presidente de la República de Chile, aunque posteriormente renunciaría al cargo meses después. Peleó en las guerras contra la Confederación Perú-Boliviana y la Hispanoamericana, y estuvo a cargo de la misión de repatriar desde Perú los resto del libertador Bernardo O’Higgins. Murió en Santiago el 5 de septiembre de 1876 a los 86 años.

Jorge Beauchef fue separado del ejército en 1828 y regresó a su natal Francia con su familia chilena, para después volver al país en 1833. Se dedicó a escribir sus memoria, las que fueron usadas por Barras Arana para escribir la primera historia de Chile. Murió en Santiago el 10 de junio de 1840.

Ramón Freire, tras el triunfo cayó en desgracia y fue destituido de su cargo como director supremo. Regresó brevemente en 1827 al mando ahora como presidente de Chile provisional y entregó el mando a Francisco Antonio Pinto. Se involucró en la Guerra Civil de 1829 y fue derrotado en la Batalla de Lircay, posteriormente fue desterrado al Perú y después a la Polinesia. Regresó a Chile en 1842 y falleció el 9 de diciembre de 1851.

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