Historias DiarioSur
Por Pablo Santiesteban , 12 de mayo de 2021

Canaris, el espía que se escondió en Osorno

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Wilhelm Canaris vivió toda una aventura en Chile como parte de la tripulación del Dresden, crucero que se hundió en el archipiélago de Juan Fernández en 1915.
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[#HistoriasDiarioSur] También estuvo en Corral a bordo del crucero Dresden, fue prisionero y se fugó de la isla Quiriquina en 1915. En la ciudad sureña logró el apoyo de los alemanes residentes para volver a su país.

Un tipo con gamulán grueso, sombrero de ala ancha y un cigarrillo a medio fumar o un sujeto de smoking y humita, conduciendo un Lamborghini y llamando la atención del sexo opuesto. Esas son las primeras imágenes que pueden venirse a la imaginación cuando pensamos en un espía, pero al leer acerca de la vida de Wilhelm Canaris –alias Reed Rosas- nos encontramos con todo lo contrario, un tipo que no salía de lo común, con la habilidad de ambientarse a cualquier medio donde se desenvolvía, con encanto para ganarse a la gente, pero también calculador y despiadado para salir del paso.

Wilhelm Canaris pasó a la historia como uno de los principales almirantes de la Armada Alemana durante el gobierno de Adolf Hitler y posteriormente por estar supuestamente implicado en la llamada Operación Valkiria del 20 de julio de 1944 que intentó asesinar al dictador alemán, hecho perpetuado por oficiales que se suponía eran de entera confianza del Führer.

La habilidad de Canaris se hizo notar desde muy joven en la Armada alemana, pues ya se había ganado el apodo de “El fisgón”, o sea, era un hombre atento a todos los detalles para usarlos a su favor. Esa capacidad fue la que permitió fugarse varias veces de prisión, -entre ellas desde la Isla Quiriquina en 1915-, refugiarse en Osorno por varios meses, fugarse por la cordillera de Los Andes hasta Bariloche y desde ahí llegar a Alemania, todo esto durante la Primera Guerra Mundial.

Pero ¿cuál fue la conexión de este espía alemán con el sur de Chile?, simplemente porque fue parte de la tripulación del crucero SMS Dresden que combatió frente a las aguas de Coronel contra buques británicos y que posteriormente fue hundido en el archipiélago de Juan Fernández. Toda esta aventura fue la que lo formó para que a futuro se convirtiera en el cerebro de la inteligencia Nazi entre la década de los 30 y 40 del pasado siglo XX.

A BORDO DEL DRESDEN

Según el libro “América Nazi” de Jorge Camarasa y Carlos Basso, Wilhelm Canaris se había unido a la armada imperial alemana en 1905 y casi con sus primeros cruceros de instrucción tuvo contacto con el continente americano. Tenía habilidad para los idiomas, pues dominaba el inglés y aprendió a hablar español de forma fluida y, se cuenta, le agradaba la forma de ser de los latinoamericanos y su cultura. 

Asimismo, Richard Basset en su libro “El enigma del almirante Canaris. Historia del jefe de los espías de Hitler” documenta que Canaris navegó y conoció bien las costas chilenas, pues hizo ejercicios navales entre Tierra del Fuego y Chiloé.

En 1913 tenía el grado de subteniente y servía a bordo del crucero SMS Dresden. Según la investigación de Basso y Camarasa, desde Berlín la embarcación recibió la orden de navegar a México y rescatar a los diplomáticos germanos que estaban en dicho país, pues el gobierno alemán no apoyaba la revolución que Pancho Villa encabezaba. Pronto, con el derrocamiento de Victoriano Huerta, se añadió a las órdenes la de rescatar al ex presidente mexicano y su familia y llevarlos a Jamaica. 

Cuando estaban en aguas caribeñas llegó la noticia del estallido de la Gran Guerra, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando y el apoyo del Imperio Alemán al Imperio Austro Húngaro en oposición a Serbia, Rusia, Francia y Gran Bretaña. 

El capitán del Dresden, Fritz Lüdecke, recibió la orden de unirse a la flota del almirante Maximilian von Spee en la isla de Rapa Nui en septiembre de 1914 y posteriormente enfilar hacia el sur de Chile, pues se supo de la presencia de buques británicos al mando del almirante Christopher Cradock. Así el 1 de noviembre de 1914 se libró el Combate de Coronel con triunfo de la flota alemana reflejado en el hundimiento de los acorazados HMS Good Hope y el HMS Monmouth que terminó dándose vuelta de campana. Para colmo de males para los ingleses el almirante Cradock perdió la vida en dicha contienda.

Así, Canaris celebró una gran victoria junto a sus camaradas de mar, pero la venganza de los ingleses estaba por llegar. El 8 de diciembre de 1914, frente a las islas Malvinas, nuevamente alemanes y británicos se enfrascaron en un combate y se tomaron revancha de su derrota en Coronel al hundir al Scharnhorst –con el almirante Von Spee en su interior-, al Gneisenau –donde estaba el teniente Heinrich von Spee, hijo del almirante-, al Leipzig y al Nürnberg, al tiempo que el Dresden escapó al sur con Canaris a bordo.

LLEGA A CORRAL

La tripulación del Dresden escapó y en su huida llegó hasta el puerto de Corral, en Valdivia. En dicho puerto protagonizó otra acción de guerra, pues hundió a la barca británica Cornwall Castle, recogiendo a sus tripulantes, que fueron transferidos más tarde a Valparaíso a un barco de aprovisionamiento alemán.

Como Canaris sabía hablar español logró ayuda de la población y se contactó con los alemanes o descendientes de alemanes de la zona sur. El Dresden navegaba con muy bajo aprovisionamiento de carbón, por eso atacaron a la embarcación británica, pero el carbón que poseía no era suficiente para el crucero alemán que corría el riesgo de quedarse a la deriva en el océano Pacífico.

Los alemanes decidieron pintar a su embarcación con un color más oscuro, similar a los de la Armada de Chile, y se refugiaron en el archipiélago Juan Fernández, prácticamente a la deriva. El 14 de marzo de 1915 tres buques británicos lo identificaron, pese al ardid de la pintura, y viéndose acorralados el capitán Lüdecke ordenó subir la bandera de parlamento y envió al oficial Canaris a parlamentar, pero los británicos lo ignoraron y comenzaron a disparar.

El Dresden contestó la agresión, pero un disparo dio de lleno en la batería de popa. Lüdecke entonces ordenó a Canaris desembarcar a la tripulación y abrir las válvulas para hundir al crucero. Los heridos fueron enviados a Valparaíso y posteriormente el crucero Esmeralda trasladó al resto de los sobrevivientes hasta Talcahuano y posteriormente a la isla Quiriquina, entre ellos Canaris.

EL ESCAPE DE LA ISLA

Chile en teoría era un país neutral, por lo mismo los alemanes estaban en calidad de internos, no de prisioneros. Según Camarasa y Basso en esos años la posición de Chile en la guerra estaba entre Gran Bretaña y Alemania. La Armada chilena era de tradición británica y varios capitales de ese país estaban invertidos en minería y la industria portuaria, pero en el sur la presencia alemana era fuerte y la población chilena sentía simpatía por ellos.

En Quiriquina, si bien los alemanes no eran prisioneros, sí sentían esa condición, aunque las medidas de seguridad con ellos eran relajadas y se les permitía a los oficiales ir a Talcahuano y Concepción los días domingo. Pese a esa regalía los tripulantes estaban impedidos de regresar a su país, fue así que decidieron que uno de ellos se fugue. Según el libro “América Nazi”, Canaris era la opción obvia, pues sabía hablar español, tenía rasgos latinos y -como buen fisgón- pues era el oficial de inteligencia del barco, podía pasar desapercibido sin llamar la atención.

Fue el agente de la Naviera Kosmos de Talcahuano Jorge Becker el que consiguió la ayuda de los cónsules alemanes de ese puerto y Concepción para ayudar a Canaris a fugarse de Quiriquina. Ellos hicieron los contactos con las embajadas alemanas en Santiago y Buenos Aires posteriormente. 

Un domingo de agosto, de madrugada, Canaris salió con traje formal de manera sigilosa, sorteo a la vigilancia, se dirigió a unos roqueríos para buscar el bote que le habían dejado y soportando el frío y burlando el oleaje dejó la isla. A la altura de Tumbes lo esperaba Jorge Becker que lo alojó en su quinta.

REED ROSAS EN OSORNO

El 5 de agosto de 1915, con ropajes más modestos y provisto de una mochila de lona, Canaris tomó un tren en Concepción en dirección a Osorno. Cuando requerían sus documentos éste pasaba sus papeles y los oficiales leían “Reed Rosas, hijo de padre chileno y madre británica” y lo dejaban tranquilo.

En Osorno, Canaris tuvo una buena impresión, pues se encontró con una ciudad con muchos alemanes y costumbres similares a las de su país. Según las investigaciones de Basso y Camarasa, en la ciudad lo esperaba el cónsul alemán Karl Wiederhold y él ayudó a Canaris a esconderse por varias semanas en varios lugares de Osorno, tal como la mansión de la familia Von Geyso o el fundo de la familia Eggers situado camino a Puyehue.

HUYE A ARGENTINA

En octubre de 1915, Canaris inicia la aventura de cruzar hacia Argentina. La familia Eggers lo dejó en Aguascalientes y de ahí emprendió el viaje a caballo por antiguas rutas de contrabandistas. Tras pasar las selvas vírgenes llegó hasta un poblado argentino que hoy se conoce como Villa La Angostura. Siguiendo las instrucciones de Wiederhold llegó al lado norte del lago Nahuel Huapi donde lo esperaba otro miembro de la familia Eggers con un bote y así llegaron hasta San Carlos de Bariloche donde fue protegido por Christian Lahusen y Luis von Bülow, dueño de una estancia llamada San Ramón.

Recién en noviembre pudo tomar un tren y llegar a Buenos Aires donde otros miembros de la familia Von Bülow que lo ayudaron a tomar un vapor hacia Europa. Antes hizo paradas en Inglaterra y Holanda, pero sus documentos como “el chileno Reed Rosas” eran la tapadera para que evitaran cualquier sospecha.

RED DE ESPIONAJE

En Alemania causó asombro la aventura del joven oficial y hasta fue recibido por el káiser Guillermo. En un momento se pensó ponerlo de nuevo a disposición de la Armada, pero el jefe del departamento de inteligencia alemana, coronel Walter Nikolai, creyó más conveniente sumarlo a su red de espías. Así la identidad de Reed Rosas tomó más presencia y en febrero de 1916 lo enviaron a Suiza, pero de nuevo fue hecho prisionero, esta vez por los italianos en la frontera suiza y llevado a Génova.

Canaris –o Rosas- decidió volver a fugarse. En la prisión se hizo muy amigo de un sacerdote que lo visitaba en su celda y un día lo llamó para sostener una larga conversación, sin embargo cuando el religioso entró, Canaris lo mató, le quitó la sotana y se la puso, dejó el cadáver en la cama y escapó de la prisión caminando hasta la calle sin levantar la más mínima sospecha.

Posteriormente fue destinado a España y creó ahí una red de espionaje para controlar el tráfico marítimo. A la larga hizo amistad con los generales golpistas Emilio Mola y Francisco Franco que durante la Guerra Civil Española fueron apoyados por la Alemania de Hitler. Se cree que Canaris convenció a su gobierno para que apoyen a los nacionales contra los republicanos en España.

Así como formó su red de espionaje en España también lo hizo en Argentina y Chile.

Canaris fue el cerebro y alma del Abwehr, el servicio de inteligencia nazi durante el gobierno de Hitler.

VALKIRIA Y SU TRITE FINAL

Canaris no pertenecía al Partido Nacional Socialista, pero era respetado por ellos, más bien era anticomunista. Se cree que durante la invasión a Polonia Canaris dejó ver su malestar por las atrocidades cometidas por las tropas de elite.

En 1944 la Abwehr es disuelta, tras descubrirse que varios agentes de ella eran antinazis. A Canaris lo destinaron a un segundo plano en el Ministerio de Propaganda.

El 20 de julio de 1944 ocurre el atentado contra Adolf Hitler y a Canaris se le vinculó con el grupo de oficiales conspiradores. Fue detenido en su propia casa por las SS y Heinrich Himmler, brazo derecho de Hitler, lo acusa de traición. Lo llevan al campo de concentración de Flossenbürg y ahí es humillado por los guardias de la SS.

Fue condenado a la horca y el 9 de abril de 1945, ejecutado y su cuerpo incinerado. Hitler le negó una pensión a su viuda, sin embargo el dictador español Francisco Franco decidió otorgársela en honor a la amistad que Canaris le profesó en vida.

Durante los Juicios de Nuremberg dos subalternos de Canaris lo defendieron y testificaron acerca de la oposición que el Almirante tenía con Hitler desde la invasión a Polonia y en otras materias, eso le valió conservar una reputación honorable, al menos post morten.

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