Mirtha tenía apenas 14 años la última vez que vio a su madre. Vivía en Llifén junto a su familia integrada por su padrastro, su mamá Rosa González Barrientos y sus hermanos menores.
Fue en marzo de 1995, un día lunes, que su madre la fue a dejar al bus para que vaya a estudiar al Liceo Comercial de Valdivia. “¡Nos vemos el viernes, hija!”- le dijo- y esa fue la última vez que Mirtha Vecchi González vio con vida a su mamá.
Desde entonces, hace 30 años, sólo existe un velo de misterio y aparente silencio en Llifén sobre el destino de la mujer. Pero Mirtha se ha empecinado en descubrir la verdad.
Actual profesora en Valdivia, la desaparición de su madre fue algo que marcó a Mirtha profundamente en su vida, al extremo de abandonar su casa, alejarse de sus familiares, vivir en la calle en su adolescencia, ser acogida por una familia valdiviana y luchar contra todo para estudiar y lograr una carrera profesional, pero con el dolor de no saber qué pasó con Rosa.
En conversación con Diario Futrono, Mirtha Vecchi ordena sus recuerdos y accede a contar los pasajes más oscuros de su vida, al tiempo que pide ayuda para saber la verdad y clama justicia para Rosa González, su madre.
El 8 de marzo de 1995 desapareció Rosa González Barrientos, justo el día después de su cumpleaños número 41. Mirtha dice que fue muy extraño lo ocurrido y que a ella y a sus hermanos les insinuaron que su madre abandonó el hogar, una historia que nunca creyó.
“Yo era muy cercana a mi mamá y ella era muy apegada a sus hijos. Un día recibí una llamada a la pensión en la que vivía, en Valdivia, donde me avisaban que mi padrastro dijo que volviera a Futrono. Cuando llego estaban mis abuelos, mi padrastro y mis hermanos pequeños y me dicen que me quede en la casa de mis abuelos y yo les dije: ¡No, yo me voy a Llifén! Ahí mi hermano chico, que en esa época debe haber tenido unos seis años me dice: ¡Mi mamita desapareció el miércoles!“, recuerda la profesora.
“Comencé a buscarla. Fui donde tíos y a preguntar qué había pasado. Me encontré con su ropa en el entretecho de la casa. Tuve peleas constantes con mi padrastro. Él comenzó a tomar mucho. Nos dejó solos con mis hermanos hasta que un día él me golpea y yo voy a Carabineros y ellos me dicen que me tengo que ir de la casa“, comenta.
Ante el tenso ambiente en el hogar, Mirtha tomó un bus y se fue a Valdivia y como no quiso volver a Llifén comenzó a vivir en la calle por mucho tiempo hasta que una compañera del liceo se apiadó de ella y se la llevó a su casa. Sólo así pudo seguir estudiando y con los años se llevó a su hermano pequeño a Valdivia.
Revisando sus recuerdos, Mirtha dice que la llevaron a declarar a Carabineros de Los Lagos por la desaparición de su madre. Con el tiempo y ya adulta quiso buscar esos antecedentes, pero ya no estaban por el proceso de actualización que hubo y que perdió los registros.
Añadió que en Llifén primero se dijo que Rosa quiso abandonar a su esposo e irse a vivir a Valdivia con su hija y después que abandonó el hogar. No hubo búsqueda ni de Carabineros, Bomberos ni de los vecinos.
Mirtha Vecchi dice que con el tiempo se investigó a su padrastro porque surgió el rumor que él estaría involucrado en la desaparición de Rosa, pero la justicia no logró comprobar nada. “La justicia dejó de investigar por falta de antecedentes“, indica.
Con el tiempo supo el testimonio de una amiga de su madre que vio en varias ocasiones que su padrastro amenazaba a su madre con agredirla y hasta de tirarla al lago. “Le dijo que le iba a amarrar una piedra y en el cuello y que la iba a tirar al lago“, expresa a Diario Futrono.
Hasta hoy eso no pasa más allá de una simple especulación en el caso.
Han pasado los años y Mirtha siente que recién se ha podido vislbilizar el caso de su madre, luego de sumarse a una agrupación de familiares de personas desaparecidas, Extraviados, donde se incluyen casos emblemáticos como el de Roger Lampert y Julia Chuñil.
Mirtha Vecchi se queja que los familiares de personas desaparecidas tienen pocas herramientas para ser ayudados en la búsqueda de sus seres queridos.
Las sospechas y comentarios se acrecientan dentro de Mirtha: “Quiero saber qué paso con ella, qué le hicieron, donde está. No tengo apoyo judicial, sólo de la agrupación de familiares de personas desaparecidas”, lamenta.
Y agrega que: “Son 30 años ya, pero para mí es como si todo hubiese ocurrido ayer. Yo pude salir adelante y mis hermanos también lograron ser personas de bien, pero prácticamente se criaron solos“, cierra Mirtha Vecchi a Diario Futrono.
La actual docente está convencida que en Llifén hay gente que sabe lo que ocurrió con Rosa González Barrientos, pero que han guardado silencio por 30 años, a ellos les pide que vayan a los entes de justicia y digan lo que saben porque está convencida de que la justicia debe llegar, aunque sea tarde.
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